#PasosXLaVida
“I’ve noticed that everyone who is for abortion has already been born.”
– Ronald Reagan
Ciudad de México, 23 de Abril.- La mañana se levantó con un aire fresco que inundaba las calles de la ciudad. Desde las primeras horas del día, los elementos policiales de la ahora Ciudad de México comenzaban a desplegar el operativo de seguridad que cubría el tramo que va de la Diana Cazadora, en el corazón del Paseo de la Reforma, al Monumento a la Madre.
“¿Por qué van a marchar estos?”, escucho a un elemento de seguridad preguntándole a otro que come una torta de tamal a toda prisa. “Son los que se quejan del aborto y eso”, le responde sin levantar la mirada. Son apenas las ocho de la mañana.
Como ya se ha vuelto costumbre en los círculos pro-vida de la Ciudad de México, este año se volvieron a dar cita para realizar la quinta marcha anual #PasosXLaVida. Una marcha que busca alzar la voz por aquellos que no pueden hablar y defender a todos aquellos no nacidos que no lo pueden hacer.
Los pocos rayos del sol que escapaban de la muralla de nubes comenzaban a calentar el concreto hidráulico pero los jóvenes del staff, perfectamente bien identificados por las playeras verdes que portaban, ya habían empezado a animar con cantos y porras al resto de los presentes. Banderas verdes y pancartas con consignas pro-vida ya eran distribuidas a lo largo y ancho del contingente que se comenzaba a formar a los pies de la cazadora.
Familias con niños pequeños, señoras mayores, jóvenes estudiantes, profesionistas, activistas y religiosos se unían a los gritos de: “vida sí, aborto no”. Música, bailes, cantos y porras habían transformado uno de los cruces vehiculares más importantes de la ciudad en el epicentro del movimiento pro-vida de la República Mexicana.
El movimiento pro-vida es una lucha ideológica y social que busca defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Nació a finales de los años setenta que debido al cambio de políticas en materia de aborto y eutanasia que surgieron tras la liberación sexual de la década anterior. En nuestro país este movimiento tomó fuerza tras la despenalización del aborto en el Distrito Federal en el 2007.
El reloj marca las once y cuarto de la mañana, el horario se ha retrasado un poco. La marcha comienza su procesión por la arteria central de la ciudad. Se comienza a dividir el contingente entre las diversas organizaciones que se han unido a la marcha (Pasos por la Vida, Red Familia, Be Woman, AMSIF, World Youth Alliance, Alianza de Maestros, Unión Nacional de Padres de Familia y UNMOSS Mujeres). Al frente salen los organizadores, detrás de ellos un primer grupo de familias. Los siguen los profesionistas y varios adultos mayores. El grupo de los jóvenes va al centro de la marcha, ellos son el corazón de “la generación pro-vida”. Sus gritos y porras son las que más fuerte se escuchan. Por último, cierran el convoy las familias con niños pequeños y los religiosos.
Llegamos al primer punto de control: el Ángel de la Independencia. Varios jóvenes entusiastas abandonan al contingente para subir a la base del monumento y animar a los asistentes a gritar más fuerte. Con megáfonos gritan: “Sí, sí, sí a la vida. No, no, no a la muerte”.
“¿Eres de prensa?”, me pregunta una joven que porta la playera del evento que me ve tomando fotografías del evento. “Algo así”, le respondo y prosigo a explicarle que no tuve la oportunidad de regístrame como tal. “No importa”, me dice, “solo no olvides difundir que queremos una constitución que defienda la vida, lo importante es que hagamos lio en la calle y en las redes”.
La marcha solo ocupa el carril que va hacia el centro de la ciudad por lo que la circulación vehicular continua normalmente por el otro lado. Varios manifestantes van junto a las jardineras pidiendo a los automovilistas que piten si están a favor de la vida. El estruendo de los marchantes pro-vida se hace notar.
Llegamos a la Palma y comenzamos a doblar a la izquierda. Ya estamos muy cerca del Monumento a la Madre. Se escucha música. Las consignas se hacen más fuertes, los jóvenes aprietan el paso. Una verdadera fiesta nos espera en la explanada del lugar. El que parece ser el líder del contingente de los estudiantes los arenga para gritar que son “la juventud pro-vida”.
Al borde de la explanada me encuentro con un fraile, su hábito lo delata como un franciscano. Me llama la atención que va dándoles su bendición a los manifestantes que se van congregando. “Es franciscano, ¿verdad?”, le digo, haciendo la pregunta obvia. “Sí, soy fray Pablo Jaramillo de la orden de los Francisanos Capuchinos”. “¿Qué lo trae a este evento?”, le pregunto. “La vida, defender la vida. Ese es el mensaje de Cristo y mi deber como cristiano”, me responde con una sonrisa. Después de agradecerle su tiempo me acerco al escenario principal y el continua dando bendiciones.
En el escenario que han montado está a los pies del monumento. Los animadores del evento, Paulina Mendieta y Antonio Valencia, aparecen nuevamente. Invitan a la gente a acercarse y de entre los participantes del evento seleccionan a unos cuantos a subir con ellos. “Estamos aquí para celebrar la vida y condenar la cultura de la muerte”, dice un padre de familia, con su hijo en hombros, que los acompaña en escenario. “Sí, estamos aquí para celebrar la vida”, escucho decir a un par de voluntarios que están justo detrás de mí. Es imposible no contagiarse de la alegría que emanan los presentes.
Sube al estrado la activista Lianna Rebolledo. Todo el mundo le aplaude, parecen saber quién es ella; un pobre servidor, no. Agradece a los anfitriones y los aplausos del público. “Yo fui violada”, dice para abrir su testimonio. Cuenta como de joven fue secuestrada y vejada por dos hombres. Su vida se vino abajo, no sabía qué hacer, constantemente pensaba en acabar con su vida, pero cuando se enteró de que estaba embarazada, su perspectiva cambio. A pesar de ser “hija de una violación”, su niña le dio un motivo para vivir. “A pesar de ser violada, no iba a declararle la pena de muerte a mi niña". Con lágrimas en los ojos, nos dijo que su hija acababa de terminar la carrera.
Una vez que Lianna termina, la música continúa. Paulina y Antonio invitan los jóvenes a mover sus banderas al ritmo del tema musical del evento. Una cuadrilla de activistas se mueven entre la multitud pidiendo firmas para exigir una constitución política que defienda el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural a los legisladores de la CDMX.
Los animadores suben a diferentes personas a contar sus testimonios. Adrián Rodríguez, el organizador del evento, toma unos minutos para contar como el secretario de Mancera le dijo que “jamás sacarían el aborto de esta ciudad”, pero que con toda la gente en el evento él estaba seguro de que no solo lo sacaríamos de la capital sino “de todo el país”.
Al término de todos los testimonios, llega el momento culmen del evento: Un minuto de silencio por los 135.000 niños capitalinos que han sido privados de la vida desde que el aborto fue legalizado en la Ciudad de México. El silencio es total, solo se escucha el leve murmuro de la ciudad al fondo. Hay lágrimas en más de un par de ojos. Es una escena conmovedora a más no poder.
Ahora sale al escenario Josué Bravo, cantautor poblano y activista pro-vida. Da inicio el concierto y el flash-mob que organizaron los voluntarios. La gente se suma con sus palmas. Ha sido un día muy catártico. Varias personas comienzan a abandonar el evento. De igual manera, este humilde cronista comienza a dejar todo esa fiesta. Es un momento de introspección. El sol sigue sin salir.